jueves, 2 de abril de 2009

2 de Abril: Día de Homenaje a los Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas


“A los heroicos soldados de aire, mar y tierra que ofrendaron sus vidas por la dignidad de la Patria, y por un ideal permanente de la Nación Argentina.” Bonifacio del Carril

“(...) no habrá silencio, mientras el archipiélago se encuentre en poder del extranjero.” Alfredo Palacios

El aspecto geográfico de las Islas Malvinas es así descrito por Paul Groussac:
“Se hallan en el Océano Atlántico Austral, en la plataforma continental argentina (...) Constituyen un archipiélago con una extensión (...) de 11.700 Km2, formado por dos islas mayores – Soledad (...) y Gran Malvina (...)- más unas 100 islas e islotes.
Las dos islas están separadas por el estrecho de San Carlos. (...)
El relieve (...) en general es bajo, algo serrano, (...) cuyas altitudes no exceden los 700 metros.
(...) La sinuosidad de las costas se debe (...) a las fluctuaciones del nivel del mar.
El clima es típicamente marítimo, frío, severo y desapacible.
La temperatura media es de 3-4° C.”
[1]

En este territorio fue donde se libró, en la década del ’80, una de las contiendas más desastrosas de la historia argentina, llevada a cabo con el objeto de recuperar la soberanía argentina en este espacio insular.
Estas islas “fueron avistadas desde época muy temprana (...)”
[2] por navegantes españoles a partir del siglo XVI, ya que “(...) no cabe duda que los españoles las conocían como se desprende de la cartografía de la época.”[3]
Hasta el siglo XVIII fueron exploradas por navíos holandeses, franceses e ingleses, pero durante el reinado de Carlos III de España “el gobierno (...) se mostró inflexible acerca del derecho de posesión de las islas”
[4], política que chocó con los intereses económicos y coloniales británicos hasta la época de las guerras de independencia en América Latina, a principios del siglo XIX, al término de las cuales Inglaterra ocupó sorpresivamente las Islas Malvinas el 2 de enero de 1833, expulsando al gobernador isleño designado por las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo cual constituyó un atropello a la soberanía argentina en las islas, ya que, al ser las Provincias Unidas herederas de España, le correspondían legítimamente “ (...) todo el territorio marítimo comprendido en el antiguo virreinato de Buenos Aires (...).”[5]
Así, desde la época de Rosas hasta la década de 1970, la Argentina elevó sus protestas hacia la política llevada adelante por el Reino Unido sin obtener mayores respuestas, lo que tuvo un giro drástico a partir del momento del derrocamiento del gobierno constitucional argentino en el golpe de Estado de 1976 y la instalación de la Junta Militar al frente del país.
En este contexto, en 1882, el teniente general presidente
Leopoldo Fortunato Galtieri ordenó al ejército argentino la ocupación de las islas, hecho efectuado el 2 de abril del mismo año. Sin embargo, la administración conservadora de Margaret Thatcher, primer ministra de Gran Bretaña, decidió enviar una gran flota con destino al Atlántico sur con el objeto de combatir a las fuerzas argentinas, actitud que desató la guerra de Malvinas entre Argentina e Inglaterra, que terminó dos meses después con la derrota aplastante y catastrófica de los militares argentinos frente al mucho mejor equipado ejército británico. Sin embargo, la actitud de los argentinos en la guerra fue comprometida, como lo testimonió un joven marino inglés muerto en el transcurso de la guerra, David Tinker: “Lo que Mrs. Thatcher no comprende es que los argentinos creen firmemente que las Malvinas son de ellos. Han enviado contra nosotros pilotos en misiones suicidas (...). Y ellos no tienen helicópteros de rescate en el mar para recuperar después a los pilotos. Realmente, la valentía de todos sus pilotos demuestra que tienen mucho más que un “tibio” interés en las Falklands (Malvinas).”[6]
En la actualidad, este acontecimiento militar es una herida que todavía no ha terminado de cerrarse, por cuanto una vez eliminado el impopular e ineficaz gobierno militar y reinstaurada la democracia en el país a partir de 1983, el gobierno argentino ha continuado con sus reclamos pacíficos en pro de un entendimiento entre las dos naciones, sin embargo, hasta el día de la fecha no hay todavía una respuesta determinante del gobierno inglés acerca del justo reclamo argentino sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
Lo que quiero expresar en este posteo es, además de la veracidad del reclamo, es el justo homenaje a todos aquellos jóvenes soldados que dieron su vida en esta guerra injusta y totalmente ineficaz, como lo indicó David Tinker: “ (...) Esta no es una guerra entre países civilizados. No estamos luchando por una buena razón (...) sino por un “principio” entre dos dictaduras.”
[7]
En consonancia con este planteo, numerosos escritores expresaron sus ideas acerca del alcance que este conflicto tuvo en el inconsciente colectivo de nuestra nación:
“(...) todo cuanto se haga en este sentido servirá para demostrar la solidez de los títulos argentinos y para evidenciar (...) cómo la República no olvida que existe un trozo de su territorio sobre el cual no ondea el pabellón nacional...”
[8]
“(...) el fracaso del usurpador está en nuestro reclamo constante (...). La resistencia obstinada al hecho cumplido (...) no es estéril. Ha proporcionado al derecho de gentes actual, esta idea esencial: que la cuestión de las Malvinas es una cuestión pendiente.”
[9]
“ (...) Nuestra causa es, sin duda, la del débil contra el fuerte (...). Pero tenemos la fuerza que da la convicción de las causas justas.”
[10]

Para finalizar, quiero dejarles, para la reflexión, un poema de Jorge Luis Borges acerca del conflicto y una parte del prólogo del padre de David Tinker, que expresan el respeto que se debe manifestar hacia los caídos de ambas partes, porque aunque la guerra haya enemistado a nuestras naciones, no por eso hay que dejar de tratar con respeto a las personas que cayeron y vieron sus sueños e ilusiones desvanecerse frente a la ambición de sus respectivos gobiernos en lugar de acordar en paz la solución a este problema:

Juan López y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

Jorge Luis Borges, en Los conjurados (1985)

“Hace quince años dediqué a David un pequeño libro, y escribí debajo de su nombre un pensamiento sobre los acontecimientos del pasado y del futuro:
Y algunos han sido cantados, y eso fue el ayer,
Y otros aún no lo han sido, y eso puede ser el mañana.
El mañana de David fue demasiado breve. También lo fue para los otros jóvenes marinos, soldados y aviadores que dejaron sus vidas en las Falklands (Malvinas)
Los recordaremos.”
[11]
De esta manera, espero haber podido dar a conocer mi humilde homenaje a los caídos, los principales perjudicados por esta guerra, para desear que en un futuro próximo se pueda solucionar esta cuestión pendiente, coincidiendo con lo expresado por Ricardo Caillet-Bois: “ (...) esta decisión (...) apuntala y exalta más nuestra esperanza de que ha de llegar la justiciera hora en la cual el país recuperará las islas que sin ningún derecho le fueron arrebatadas por la fuerza...”[12]
Notas:
[1] Groussac, Paul: A propósito de las Islas Malvinas (compendio de la obra de Paul Groussac). Banco Nacional de Desarrollo. Buenos Aires. 1982. Págs. 35-36.
[2] Del Carril, Bonifacio: La cuestión de las Malvinas. Emecé, Buenos Aires, 1982. Pág. 29.
[3] Groussac, Paul: Op. Cit. Pág. 10.
[4] Groussac, Paul: Ibidem. Pág. 16.
[5] Groussac, Paul: Ibidem. Pág. 31.
[6] Tinker, David: Malvinas. Cartas de un marino inglés. (Compilación de Hugh Tinker) Emecé. Buenos Aires. 1983. Pág. 71.
[7] Tinker, David: Ibidem. Pág. 55.
[8] Caillet-Bois, Ricardo R.: Una tierra argentina. Las Islas Malvinas. Academia Nacional de la historia. Buenos Aires. 1982. Pág. 15.
[9] Palacios, Alfredo: Las Islas Malvinas. Archipiélago argentino. Biblioteca de Escritores Argentinos. Vol. 32. Editorial Claridad. Buenos Aires. 1934. Pág. 13.
[10] Del Carril, Bonifacio: Op. Cit. Pág. 77.
[11] Prólogo de Hugh Tinker, en Tinker, David: Op. Cit. Pág. 16.
[12] Caillet-Bois, Ricardo R.: Op. Cit. Pág. 15.

La historia de América Colonial: cuestiones y problemáticas

Antes de hablar, en líneas generales, de la Historia de América Colonial, hay que marcar ciertas observaciones preliminares. El mismo nombre de Período Hispánico, con el que se conoce la historia de América Colonial, muchas veces no correspondía con la realidad de lo que verdaderamente sucedió en este controvertido período de la historia de la Humanidad, ya que antes excluía todo aquello del pasado que no tenía relación con la Conquista de América.
Actualmente, al abordar el estudio de la conformación de la América Colonial, hay que tener en cuenta un sinfín de aspectos que son imposibles de comprender si no se tiene una idea esencial del funcionamiento de la estructura social y cultural de los pueblos precolombinos, es decir, sus tradiciones y costumbres, sobretodo en los ámbitos de Mesoamérica y el Área Andina, sitios en donde estas tradiciones culturales estaban más arraigadas, por constituir las mencionadas zonas poderosos Imperios, como el incaico en Perú, o grandes Confederaciones, como la azteca en México.
En los tiempos de la llamada Conquista, en las diversas comunidades conformadas existía un sistema de cargos escalonados y rotativos, que se vio reflejada, con el tiempo, en los cabildos americanos que dirigían estas jurisdicciones. Así, al implementarse este sistema de ayuntamientos electivos a partir de la guerra de independencia llevada adelante contra la metrópoli española, se produjeron diversos conflictos, que es necesario comprender en sus respectivos contextos.
A partir de 1570, aproximadamente, fueron
surgiendo diversos centros de producción minera, como el caso de la Mina de Potosí, una de las más importantes de Sudamérica, debido al sistema de la mita, ya aplicado en estas regiones antes de la Conquista española. Este sistema consistía en varios turnos de trabajadores indígenas que realizaban diversas actividades, en este caso la minería, durante un tiempo determinado.
Otra de las críticas planteadas en relación a este período histórico es aquella que hace referencia acerca de la larga discusión sobre la denominación de los acontecimientos que se sucedieron a partir de la llegada de los europeos a América, y las conclusiones acerca de este tema mostraron que, en realidad, la palabra “Conquista” no refleja fielmente lo que sucedió en esos tiempos.
El proceso de la Conquista fue una tarea de “encubrimiento” más que de “descubrimiento”, como generalmente se la conoce, ya que se destruyeron los templos y las inscripciones (los códices) de los pueblos americanos, lo que provocó que muchas de sus tradiciones culturales quedaran encubiertas y desaparecidas para siempre.
América, en el estatuto jurídico implementado por la Corona Española, era un reino dependiente de Castilla, pero no se sabe hasta qué punto esto era realmente así, ya que muchas veces se la asoció como una colonia del Imperio Español, todo lo cual trajo numerosos problemas a la historia. Frente a esto, hay que tratar de ubicarse mejor en el planteo histórico más que en el teórico, y de esta manera, podremos llegar a comprender mejor esta problemática.
En la actualidad, el conocimiento que se tiene de las realidades americanas es bastante débil dentro del mismo continente americano, porque existen temáticas que no son comprendidas del todo. Por ejemplo, sabemos que en la Conquista el conquistador español buscaba riquezas, pero no en el sentido del beneficio económico que se tiene hoy en día, sino que, además de oro, lo que el conquistador perseguía al animarse a enfrentar estos peligrosos viajes por América era el prestigio y la fama. Sin embargo, una vez finalizada la Conquista, estos conquistadores no terminaron siendo los principales beneficiarios de esta empresa, ya que la Corona enviaba virreyes y oidores al continente que fueron reemplazando a los primeros conquistadores.








Uno de los casos más conocidos fue el de Cristóbal Colón, ya que la Corona le quitó, conforme fue pasando el tiempo, los títulos de Almirante de las Indias otorgados en las Capitulaciones de Santa Fe, y así murió en 1506 sin tener una gran fortuna por el servicio que prestó al Reino español. Con Hernán Cortés, sin embargo, sucedió lo contrario, ya que sus descendientes recibieron una gran parte del botín obtenido en la conquista de la Confederación azteca en 1519. Pero en general, el conquistador no fue el principal beneficiario de la Conquista, sino más bien un personaje ambiguo en relación con estos beneficios obtenidos.
El caso de los conquistadores del Imperio Inca (Pizarro, Almagro) es particular, ya que fueron personas que vivieron muchos años en América en búsqueda de las riquezas, enfrentando diversas situaciones de peligro en las regiones selváticas de las zonas de Guatemala y Panamá, para luego arribar al Perú y llenarse de la gloria que buscaban.
Así, con el transcurrir de la Conquista, el papel de la nobleza indígena de Área Andina fue determinante, ya que prácticamente sobrevivió durante todo el período colonial, con diversos privilegios concedidos por las autoridades españolas. Con respecto a este tema, no se trató de cuestiones relacionadas con la bondad o la maldad de los españoles o de los indígenas, sino más bien que la nobleza indígena tuvo la confianza de los españoles en la tarea de controlar a las diversas poblaciones, ya que los mismos jefes locales, los curacas, eran los encargados de la recaudación de los tributos para la Corona.
Con el tiempo, las resistencias llevadas adelante por los grupos indígenas fueron abiertas, es decir, ninguna aceptó el dominio español sin resistir. Sin embargo, se fueron desarrollando nuevas formas de resistencia. En este punto, las consideraciones de los autores Edward Thompson y James Scott son muy relevantes para su comprensión.
El primero, un reconocido historiador inglés perteneciente al grupo de los marxistas ingleses, comenzó a estudiar el proceso de formación de la clase obrera inglesa durante la Revolución Industrial. Para Thompson, las rebeliones se producían cuando la gente tenía hambre, pero también se dio cuenta de que esto no siempre era así, ya que se dieron casos en lo cuales existían condiciones de extrema pobreza o de condiciones materiales más o menos estables en las cuales no había rebeliones. Entonces, concluyó su teoría explicando que cada individuo tenía acercamientos con el resto de la sociedad, en la cual cada uno debía cumplir un pacto con el otro, lo cual le permitió explicar que las rebeliones se producen debido al quiebre de esos lazos de reciprocidad. Por su parte, el segundo autor hace referencia a que las rebeliones desencadenadas son relativamente pocas, ya que se existen muchos momentos en los que las rebeliones no suelen aparecer, y así, como no se daban las condiciones necesarias para estos levantamientos, explica la aparición de otras formas de resistencia, como la llamada resistencia pasiva, que incluye el robo hormiga, eludir el reclutamiento en el ejército, la destrucción de las máquinas o instrumentos de trabajo, entre otros. De esta forma, existen muchas formas de resistencia, aunque no se lleven a cabo levantamientos abiertos.

En América, los resultados de las hibridaciones muestran la supervivencia de un conjunto de creencias, lo cual puede ser expresado, por ejemplo, en las coincidencias de las festividades de los Muertos en honor al dios de la lluvia Tláloc junto con el Día de los Santos Difuntos, en México, lo que demuestra la resistencia pasiva que mantenían las comunidades indígenas frente al control español.
En la región andina, el sistema del archipiélago vertical desarrollado en esta zona desde los tiempos del Imperio Inca constituía una complicación en la recaudación del tributo, la evangelización y el control cultural de la Corona española, por esta razón, el virrey Toledo creó las reducciones de pueblos, en las que concentró a los indígenas. Esto explica que, una vez terminadas la Conquista y la colonización, realizar el llamado “poblamiento” en las regiones americanas sea considerado una acción contradictoria, ya que, a partir de 1540 en adelante, la población indígena se hundió de manera desastrosa, con casos como el de Nueva España, en la cual desde 1519 a 1523 la población tuvo un descenso del 95 %.
Este período es muy poco conocido a nivel general, ya que para estudiarlo en profundidad es necesario evitar las simplificaciones que no permiten la comprensión de este proceso histórico, porque el mundo americano está lleno de rupturas y continuidades, por lo cual su abordaje manifiesta una gran complejidad.


Fuentes: Apuntes de clase de América I (Período Hispánico)

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